domingo, 23 de marzo de 2008

La mentira os hará libres

El plan de gobierno de Antonio Saca se llama País Seguro.
Saca asumió la presidencia el 1 de junio de 2004. Saca gobernó un 58.33% de ese año, y su antecesor, Francisco Flores, un 41.67%.
El Salvador cerró 2004 con un promedio de 8 homicidios diarios. Sin contar abortos ni muertos en accidentes de tránsito. Asesinatos, pues.
En 2005, el promedio de homicidios se elevó sustancialmente y marcó un récord panamericano, un máximo en todo el continente. 3,761 asesinatos, para una media de 10.3 diarios y una tasa de 54.71 por cada 100,000 habitantes. Muy por arriba del segundo lugar del continente, Honduras, y de Guatemala y Colombia.
Pero eso no fue nada, porque en 2006 la administración Saca fue capaz de hacer olvidable el logro del año anterior, y estableció una nueva marca: 11 asesinatos al día. Eso da una tasa de casi 57 homicidios por cada 100,000 habitantes.
¡Y esa epidemia de asesinatos -la OMS considera epidemia cuando hay una tasa superior a 10 por cada 100,000- tampoco fue nada! Tampoco fue nada porque en 2007 ya supimos que las proyecciones de población estaban muy alejadas de la realidad y que el año anterior éramos menos de 6 millones de salvadoreños, y no los 7 millones que se estimaban para julio. Con menos gente, los salvadoreños hemos estado corriendo más riesgos que los que pensábamos. Más probabilidades de morir asesinados.
¡Pero esta verdad tampoco es nada comparada con la verdad de quienes llevaron a El Salvador a campeonizar a costa de la vida de miles de salvadoreños! En mayo de 2006, el ministro de Seguridad, René Figueroa, dijo en una entrevista a La Prensa Gráfica que al actual Ejecutivo le entregaron un país con 14 homicidios al día. Hace unos meses, el presidente Antonio Saca aseguró que había recibido el país con 13 homicidios diarios. Y hace unos días, en el programa Foro País La Prensa Gráfica, el viceministro Ástor Escalante dijo que eran cuentos que El Salvador es el país más violento de América. Incluso se atrevió a mencionar que México tiene más alta tasa de asesinatos, cuando el país de los charros no llega ni al décimo lugar en este ranking fatal.
Miente, miente, miente, que algo quedará. Lo hizo Göbbels. Y es tal la eficacia de esa técnica que el mismo candidato presidencial del FMLN, durante su discurso de estreno en el estadio Cuscatlán, en noviembre de 2007, asumió esas mentiras como verdades. Funes dijo en un tramo de su alocución que era pobre logro haber bajado la cantidad de homicidios de 14 a 11. ¡Y menos mal que Funes -se supone- es una persona más o menos bien informada y que tiene un séquito de asesores! Increíble, pero Funes le compró el discurso a Saca y Cía. ¿Y cómo no corremos el riesgo de comprarlo el resto de salvadoreños que no tenemos tanto acceso a información ni asesores que nos ayuden a entender o descifrar mejor este país? Quien no lo compró fue el embajador estadounidense, Charles Glazer, ante quien la tasa de asesinatos se le hace "espantosa".

Si excusas ofrece el Ejecutivo a la gente, que las busque bien. Que no hablen de escaso presupuesto, que el mismo Figueroa había negado esa necesidad un año antes de pedir el fideicomiso. Pero más que excusas, lo que hace falta es transparencia y honestidad para aceptar un fracaso rotundo. Y no creo que la hallemos a corto ni a mediano plazo, pues ahora uno de los principales encargados de hacer el país seguro que prometió Saca, es el candidato presidencial. El candidato del presidente que pide que se cuide el sistema de libertades. ¿Libertades para qué? ¿Para morir en la ignorancia de que este país es incluso más peligroso que lo que se ha dicho?

No hay comentarios: